Día: 27/01/2018
El arte que se escondía en Auschwitz, la mayor fábrica de la muerte de la historia
Una exposición recoge algunas de las 2.000 obras producidas en el campo nazi de exterminio, que llegó a tener un museo con dibujos encargados por los guardianes
GUILLERMO ALTARES. EL PAÍS.Cracovia (Polonia)
Con Auschwitz se acabó la poesía, escribió el filósofo alemán Theodor Adorno, pero no el arte. Los presos de este campo de concentración y exterminio nazi construido por Alemania en Polonia produjeron al menos 2.000 obras de arte, en algunos casos dibujos a carboncillo con materiales robados a sus guardianes que describían el horror de su vida cotidiana; en otros, encargos de los SS, que llegaron a mantener un museo en las instalaciones donde fueron asesinadas 1,1 millones de personas, el llamado Lagermuseum. Una exposición en Cracovia, ciudad polaca situada a unos 70 kilómetros del campo nazi, Face to face. Art in Auschwitz, reúne por primera vez la pintura y los dibujos creados por los presos de la mayor fábrica de la muerte de la historia.
‘Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos’, La exposición en imágenes
Más de 600 objetos originales, en su mayoría procedentes del Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau, muestran la historia de este campo de concentració
La muestra sobre Auschwitz reivindica el deber de recordar
La mayor exposición sobre el campo nazi se inaugura en Madrid
Elie Wiesel, superviviente de Auschwitz y premio Nobel de La Paz, mantenía que el Holocausto no se podía describir a través de la ficción, que solo era posible transmitir lo que ocurrió a través de los testimonios de los que estuvieron allí. La exposición sobre Auschwitz, que se abre hoy al público en Madrid, parte de ese principio para tratar de recrear toda la dimensión del horror del exterminio de los judíos de Europa.
La fuga interminable de Josef Mengele, el médico de Auschwitz
Novelas y ensayos vuelven sobre la figura del doctor alemán, más conocido como ‘El ángel de la muerte’, que simboliza el horror del Holocausto y que nunca fue detenido
Para que el Holocausto fuese posible, decenas de miles de personas tuvieron que colaborar y participar en el mayor crimen de la historia. De todos los perpetradores, un nombre sigue siendo sinónimo del mal, el doctor de Auschwitz Josef Mengele, conocido como El ángel de la muerte por sus buenos modales detrás de los que ocultaba su sadismo. El escritor francés Olivier Guez ha logrado el premio Renaudot, el segundo más prestigioso de su país después del Goncourt, por La disparition de Josef Mengele,una novela de investigación sobre la fuga a América Latina de este doctor bávaro, que nunca fue detenido ni juzgado.
“Soy reticente a calificarlo de mal absoluto, lo que me resulta terrorífico es su total normalidad”, explica Guez en conversación telefónica desde París. Este escritor y periodista francés ya había trabajado sobre la búsqueda de antiguos nazis ya que fue el coguionista del filme alemán El caso Fritz Bauer(2015), que relata los esfuerzos del fiscal que da título a la película por relanzar las persecuciones contra los criminales de guerra en los años cincuenta. Bauer ayudó a Israel a localizar a Adolf Eichmann, uno de los principales ejecutores del Holocausto, capturado por Israel, juzgado y ahorcado. Mengele, en cambio, se le escapó, pese a que el fiscal tuvo la información de que el médico iba a realizar una visita a su casa familiar en Baviera.
Mengele fue uno de los numerosos médicos que trabajaron en el campo de exterminio nazi de Auschwitz y realizó experimentos con seres humanos, sobre todo con gemelos. Como explica el historiador Pawel Sawicki, miembro del equipo de prensa y guía del antiguo campo alemán, “los médicos tenían un papel esencial en el proceso de exterminio”. Eran doctores los que realizaban la selección de los deportados judíos nada más llegar al campo y los que, en pocos segundos, decidían quién vivía y quién moría (en torno al 80% eran enviados directamente a la muerte). También eran médicos de las SS los que supervisaban las cámaras de gas: el proceso de exterminio siempre se realizaba en presencia de alguno de ellos. Pero de todos los facultativos del mal que pasaron por Auschwitz el nombre que ha quedado para la posteridad como sinónimo de aquel horror es Mengele.
EL MÁS FAMOSO, PERO NO EL ÚNICO
Josef Mengele fue el más famoso de los médicos asesinos de las SS, pero no el único. En el pabellón 20 del campo de Auschwitz, se llevaban a cabo los experimentos médicos con presos, algo bastante habitual en todo el sistema de terror nazi. Este método de tortura era tan atroz que provocó dudas entre algunos dirigentes, pero Hitler dio su visto bueno. A veces se trataba de experimentos con fines militares —por ejemplo, probar la resistencia al frío—, otras era sadismo basado en las enfermizas doctrinas raciales nazis —los experimentos con gemelos— y otras pruebas estaban destinadas a la esterilización.
Dos de los ginecólogos que participaron en este último programa fueron Carl Clauberg y Horst Schumann, que provocaron atroces sufrimientos en decenas de mujeres. Clauberg fue capturado por las tropas soviéticas, juzgado y condenado. Liberado en 1955, volvió a ejercer la medicina en la República Federal de Alemania. Trabajaba en la misma clínica y hacía gala públicamente de que inventó una nueva técnica de esterilización en Auschwitz. Fue detenido ante las protestas de las víctimas, pero murió de un ataque al corazón antes de ser juzgado. Schumann, un individuo especialmente sádico que inyectaba tifus a presos, logró fugarse y, tras pasar por varios países, fue extraditado en 1966, condenado en 1970 y liberado por enfermedad en 1972. Sin embargo, no falleció hasta 1983 tras pasar los últimos 11 años de su vida en libertad.
“No voy a hablar de la banalidad del mal, pero Mengele no fue un asesino nato, fue un hombre que cometió atrocidades, que no sentía ninguna empatía ni piedad hacia otros seres humanos. Era un hombre autorizado a hacer cosas innombrables”, prosigue Guez (Estrasburgo, 1974), autor también del ensayo L’Impossible Retour. Une histoire des Juifs en Allemagne depuis 1945 (El imposible retorno. Una historia de los judíos en Alemania partir de 1945). “Luego está la mitología, las películas, las ficciones, la idea del poderoso criminal imposible de capturar, todas esas leyendas circulan. Su nombre también es muy particular, produce una cierta resonancia y por eso es el único que hemos retenido”.
El historiador británico Laurence Rees ha publicado recientemente un ensayo,El holocausto, en el que resume todo su trabajo en torno al exterminio de los judíos de Europa. Como documentalista de la BBC, Rees realizó numerosas entrevistas tanto a víctimas como a perpetradores. Y en la primera escena que relata este libro, basada en el testimonio de una superviviente, Fred Wineman, aparece el doctor Mengele realizando la selección en el andén de Auschwitz-Birkenau.
El momento que describe demuestra hasta qué punto el horror que se vivió allí es imposible de entender en tiempos normales. Cuando llegaban los nuevos deportados, mientras esperaban la selección, los presos obligados a colaborar con los nazis que veían a madres jóvenes con niños les pedían que se los entregasen a mujeres mayores. Pero no les explicaban por qué. Si los SS les descubrían revelando el secreto de lo que iba a ocurrir, les matarían inmediatamente. El motivo era que una mujer con un niño era enviada inmediatamente a las cámaras gas, porque separarles podría provocar un tumulto. En cambio, una mujer joven sola tenía más posibilidades de sobrevivir a la selección. La persona que tomaba las decisiones sobre la vida y la muerte en esta escena era Mengele.
Prioridades del Mosad
El libro de Guez, que saldrá en España en mayo editado por Tusquets, se centra en la fuga del nazi y en su estancia en América Latina. Aunque se trata de una novela, lo que le ha permitido al autor recrear los pensamientos del médico y rellenar los espacios vacíos, está basada en una larga investigación. El autor explica que todo lo que cuenta está sostenido en al menos dos fuentes y que ha viajado a los lugares donde transcurrió la fuga del médico: Argentina, Paraguay y Brasil, donde murió ahogado en 1979. Tras la captura por un comando israelí de Adolf Eichman en 1960, Mengele borró su rastro todo lo posible lo que ha dificultado el trabajo.
Sin embargo, hace poco se desclasificaron unos papeles del Mosad, el servicio secreto israelí, que demostraban que renunciaron a buscar a Mengele porque centraron todos sus esfuerzos en la amenaza existencial que representaban en ese momento sus vecinos árabes, antes de la guerra del Yom Kipur en 1973. Es algo que ya aparece en la novela de Guez. “Mi impresión siempre ha sido que estuvieron a punto de capturarle, pero que la amenaza árabe a principios de los años setenta se consideró una prioridad absoluta para el Mosad”, señala Guez. El ángel de la muerte murió a los 67 años sin haber respondido nunca ante la justicia.
Los zapatos de la muerte caminan solos
En la exposición sobre Auschwitz, que se exhibe en Madrid, el recuerdo más conmovedor lo constituyen, sin duda, el calzado de niño, de hombre, de mujer, que se muestra
“Logré convencer a Mengele para que me dejase vivir”
Un superviviente, de 91 años, recorre la exposición de Madrid dedicada al campo de exterminio nazi
Un anciano en silla de ruedas visita la exposición Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos, en el centro de exposiciones Arte Canal, en Madrid. De pelo blanco y ojillos azules, ha acudido elegante, con chaqueta gris y pantalón negro. Su mirada se centra en un objeto, un zapato rojo de una prisionera del campo de exterminio en el que los nazis asesinaron a 1,1 millones de personas. Él vivió para contarlo. Con voz débil y ronca se pregunta: «Aún no sé por qué nos hicieron esto». Noah Klieger (Estrasburgo, 1926) ha estado en Madrid invitado por los organizadores de la muestra, con motivo de que mañana, sábado, es el Día de Conmemoración del Holocausto, que la ONU fijó en 1985 para el 27 de enero, fecha en que los soviéticos liberaron, en 1945, a los 7.000 esqueletos que quedaban en Auschwitz, con un mensaje al cuartel general en Moscú: «Es un campo de tamaño inmenso. Los alemanes han huido».
El terrible precio de Stalingrado
El papel de las mujeres fue decisivo en la mayor batalla de la Segunda Guerra Mundial, que tuvo lugar hace 75 años. Vasili Grossman comparó la destrucción de la ciudad con las ruinas de Pompeya
Han pasado 75 años desde el final de la que seguramente fue la mayor batalla de la Segunda Guerra Mundial, 75 años desde el momento en el que los rusos, sus aliados y millones de personas de todo el mundo dieron un suspiro de alivio colectivo. Todos habían seguido las informaciones de Stalingrado con angustia y de forma compulsiva, habían perdido el ánimo cuando parecía que la suerte de la ciudad pendía de un hilo y se habían alegrado cuando llegaban buenas noticias. El aterrador e imparable avance de los Ejércitos de Hitler por toda Europa desde 1939 se había detenido. El precio fue la destrucción de una bella ciudad a orillas del Volga.